jueves, mayo 31, 2007

De casualidades y despedidas

En la televisión que ocupa una de las esquinas de la sala de paredes color salmón en la que se ha escapado el último año, un toro de la ganadería de Palha sale al ruedo de la plaza de Las Ventas. Previamente, José Tomás, con cara de niño, hablaba en una entrevista concedida tiempo atrás a Manuel Molés como si de algo habitual se tratase, ignorando, o quizá mascullando, la decisión que años más tarde tomaría de dedicar palabras muy escasas a la prensa (sobre todo no taurina).
Sánchez Vara brinda a la Infanta Elena y se va hacia el primer astado de la tarde con ganas aparentes de haber entonado con fervor el Cara al sol: "¡Viva España y viva la Fiesta Nacional!" -Señor, qué poco me gusta esa expresión. Luego nos dicen que si somos fachas... -. A pocos metros le esperaba Rabosillo, un toro de la legendaria divisa portuguesa que, a mi modesto juicio, ha sido muy bueno. Y todo esto en tarde de despedidas y de buenos deseos: "Adiós Cova, a ver si te pasas algún día a vernos, que luego la gente se olvida".
Con cierto regusto a pena e incertidumbre me da por pensar en lo curioso que resulta que los protagonistas del día en Digital Plus sean José Tomás, mi torero, y Palha, una ganadería a la que mi corta trayectoria profesional está muy ligada. Pero lo mejor de todo es que, con mucha probabilidad, a partir de ahora lo esté todavía más.

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miércoles, mayo 30, 2007

Ordinary World

A partir del jueves ya nadie podrá encontrarme en la calle con nombre de pintor sevillano. Velázquez se suma así a los lugares que fui abandonando a medida que superaba cada periodo vital: Santa Teresa, Dolores Ibarruri, Carlos III. A partir del jueves, dejaré de cruzarme por la calle con pijos encantados de haberse conocido a sí mismos, con niñas excéntricas, con chicos de pelo lacio calculadamente desordenado, con poderosas cuentas bancarias. Mis vaqueros de camuflaje, mi cazadora de cuero y mis camisetas de 10 euros de Stradivarius dejarán de asimilarse a calvos en peluquerías.
No abandono el periodismo, tampoco los cuernos, pero sí debo anunciar que los únicos textos que lleven mi nombre impreso sólo podrán leerse aquí, en mi blog. Ha llegado el momento de bajarse del tren para hacer trasbordo con destino Aúnnosesabemuybiendonde. Me limito a seguir mi camino. En él sólo voy dejando livianas huellas de gaviota, de esas que se borran cuando sube la marea. Todavía no he aprendido a pisar fuerte y creo que es algo que nunca lograré hacer.
P.D: Cierto Rosa, estoy segura de que sabías muy bien por dónde iban los tiros ;)

P.D2: There's an ordinary world somehow I have to find

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lunes, mayo 21, 2007

Lo que a muchos les falta...

Una de las cualidades que más estima la que suscribe en los otros es la humildad. Ni que decir cabe que, por el contrario, la prepotencia hace que apunte el nombre del individuo en cuestión en mi particular libro negro de "persona non-grata", sobre todo si alardea de ello y tiene la reprobable costumbre de mirar a los demás por encima del hombro. Algunos, quizá, pueden decir que peco de ver la paja en el ojo ajeno, pero lo mío, aclarando cuestiones, no es prepotencia, es bordería (en los casos en los que se ha de aplicar la anterior premisa) o timidez (la mayoría de las veces).
Siempre supe que la capacidad de restar méritos a los logros conseguidos era algo de tener en justa consideración, ya que, con mucha probabilidad, podríamos bajar peldaños en vez de subirlos la próxima vez en la que nuestro esfuerzo se viera puesto en tela de juicio. Por tal motivo hoy, y a pesar de no haber visto la novillada, Salvador Fuentes se ha ganado todos mis respetos.
Seguramente sean muchos los que aprovechen para hacer leña del árbol caído...
P.D: Dentro de poco habrá noticias frescas.

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viernes, mayo 18, 2007

Solera



Todos mienten. Siempre lo han hecho, desde que el mundo es mundo. Quizá Marx, en este caso, diría de nuevo aquello de que siempre han existido dos clases: la de los proletarios y la de aquellos que ostentan el mando, que siempre hubo somentimiento de unos por otros. Yo digo que todos mienten. No obstante, que la mentira trae el poder es un hecho... O quizá no.

Ellos no lo hacen y son poderosos, sólo que de otra forma. Lo son porque la palabra VERDAD está escrita en la etiqueta de sus chaquetas, en la del sombrero y la gorra que porta cada uno, en la vitola del veguero que fuma Morante y hasta en la marca del fino y del oloroso que se pidieron para hablar de toros con calma, sin prisa, junto a Álvaro Acevedo.

Jugando al "Si fuera", no cabe duda de que de convertirse en ciudad, serían las calles de cualquier barrio pobre europeo. Rafael se quedaría habitando en los patios de vecinos de su Jerez natal. A Morante (o lo que para mí es su esencia) se le podría encontrar sin ninguna dificultad en la ropa tendida al sol en los balcones del Barredo portuense, o bien en el olor a siglos de San Bartolomé, en Sevilla, quizá también en los muros altos y sobrios que conducen hasta el convento de Santo Domingo el Antiguo de Toledo, allá donde el tiempo se paró a echarse la siesta sin lograr volver a despertarse.

De ser canciones, apuesto el gaznate a que la música callada de su toreo no sólo suena a bulerías, a soléas, o a alegrías, sino que también los vuelos rosas y violetas del capote da Paula, rosas y gualdos los de Morante, serían capaces de mezclarse, creando armonía, con un buen fado portugués, o con las letras sinceras de un tango argentino.

"Paula y Morante, tertulia con solera", tituló Acevedo en 6toros6, y es que todo lo dicho se puede resumir en esa palabra: Solera. Morante y Paula pertenecen al pueblo tanto como destacan sobre él. Morante y Paula encierran en las palmas de sus manos el alma destilada de siglos de toreo. En sus cabezas, y en sus formas, hay años de alquimia popular. Ellos no mienten, nosotros sí lo hacemos, aunque nunca lleguemos a mandar. Porque nosotros no somos verdad, porque somos cualquier cosa menos eso.
IMAGEN: Arjona vía Pétalos de acero

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martes, mayo 08, 2007

Al igual que un grano en aquella zona


La primera vez que pasé por la Plaza de la Encarnación fue allá por el 2000. Mis padres y yo no teníamos más remedio que coger allí el autobús número 27, que nos llevaba hasta el hotel en el que nos hospedamos durante la Feria de Abril de aquel año. Por más que lo intento, no recuerdo con exactitud qué había por aquel entonces en la zona en la cual están construyendo en estos instantes el polémico Metrosol Parasol.

En cambio, sí sé que en el 2004 habían descubierto en ese lugar las ruinas de una fábrica de salazón de pescado romana y estaban en plena fase de excavación arqueológica. Tal hallazgo hizo cambiar los planes que el Ayuntamiento sevillano tenía para la Encarnación y se decidió levantar en aquellos terrenos el proyecto llevado a cabo por Sacyr, que está convirtiendo la zona en una extraña mezcla de estilos arquitectónicos chirriantes con el entorno.

El famoso Metrosol Parasol, que se espera inaugurar en el año 2008, albergará el nuevo mercado de la Encarnación, un Antiquarium (en el que se podrán contemplar los restos hallados), una zona comercial y otra de restauración. Hasta ahí todo perfecto, ahora, la cosa se empieza a torcer cuando la obra va tomando forma y aquello comienza a asemejarse cada vez más a la casa de un David El Gnomo futurista a escala 100:1. Entonces, una se acuerda de aquellos apuntes tan majos de geografía que estudiaba en el instituto y en los cuales se hacía mención al desarrollo del casco histórico de las ciudades en relación con el respeto por el entorno, porque Monteseirín se los ha pasado enteros por el forro... de los cojones (que si no lo digo me quedo a medias).

Algunos de los que se muestran a favor del proyecto lo comparan con el Centro George Pompidou de París y de paso lo califican como apuesta "vanguardista e innovadora". Esto me recuerda al poco cariño que me inspiran las plazas de toros cubiertas de nueva construcción, que cuando las estaban proyectando iban para polideportivos y hospitales pero decidieron cambiar su cometido en el último minuto y así se quedaron. En fin, que sólo encuentro una forma de denominar al "rompedor" (y nunca mejor dicho) Metrosol Parasol: Es como un grano en el precioso culo de Sevilla.

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