lunes, agosto 27, 2007

Hijo, déjate de universidades y ponte a trabajar

Triste, muy triste pero tremendamente cierto. Si no que se lo pregunten a la menda y a algunos de esos nombres que veis enlazados a la derecha.

Vía: Por si las moscas.

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jueves, agosto 23, 2007

Figurantes de película

Están ajenos a todo. Si ríes, si lloras, si caes enfermo, si cumples años, si pierdes todo cuanto tienes. Las nubes siguen su camino por encima de tu cabeza y de la mía. Ese castaño de la esquina que ves cada mañana al despertar continuará meciendo sus ramas con las inconstantes sacudidas del viento. Tú, yo, nuestros problemas, sus quehaceres, tus desvelos. Nada interrumpe el compás al que todo gira.
Un mal día, otro bueno. Las rachas de fortuna o de dolor. Tu nacimento, tu muerte. Todo son meras anécdotas para ellos; un minúsculo eslabón más de la cadena en la que todos estamos engarzados; una pequeña célula cuya suerte poco importa para el correcto funcionamiento del organismo.
Ya sabes que todo pasa, que en nada influye si fue el pie derecho o el izquierdo con el que te echaste hoy de la cama al suelo, que mañana será otro día igual o, como mucho, tan sólo diferente. Nada cambiará el guión que marca el desarrollo de la escena en la que no eres más que un pobre figurante.

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lunes, agosto 20, 2007

Rivera Ordóñez

- ¡Mira! Ahí está el ex de la duquesita.
-¿Quién?
-¡Sí, hombre! El hermano de Cayetano. Esteeee... ¡Fran!
- ¿Fran?
-¡Sí! Fran... ¡Rivera!

Escuchado en La Malagueta el pasado sábado, 18 de agosto.

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jueves, agosto 16, 2007

Vascos: lo que callan las piedras

Cada lunes, a eso de las diez de la noche, mientras doy buena cuenta de la cena, veo el programa de Castilla La Mancha TV "Un paseo por las nubes". Este espacio, de cuyo formato fue pionera la cadena autonómica madrileña con "Madrid desde el aire", se dedica a filmar los parajes más interesantes de la geografía manchega desde un helicóptero, explicando, a través de un cuidado guión, la esencia de cada lugar.
Cuando algo me interesa, me llega o despierta mi interés, me preocupo, pongo en marcha el funcionamiento de mi cerebro bajo señalar de "alerta". Siento que me falta tiempo para buzear en la red con el objetivo de recabar más información, y no veo el momento de coger el coche y trasladarme al sitio en cuestión para verlo con mis propios ojos.
Así me sucedió con Ciudad de Vascos. Supe de su existencia gracias a este programa y, aún así, todavía me cuesta creer que no se trata de un vestigio arqueológico fruto de esa imaginación que de pequeña me llevaba a dibujar vetustas ciudades sepultadas bajo tierra.
Poco se sabe sobre este asentamiento árabe situado en el término municipal de Navalmoralejo (Toledo), sólo que debió construirse en torno al siglo X y que llegó a albergar cerca de tres mil habitantes, los cuales comenzaron a abandonar el lugar tan sólo un siglo después de su levantamiento.
Hasta ahora, incluso su nombre es un misterio. Para desvelarlo se barajan varias hipótesis, entre las que se encuentra la posibilidad de que se trate de una deformación fonética de Basak, uno de los tres distritos hispano - musulmanes en los que se dividía Talavera de la Reina. También se cree que su apelativo pueda deberse a los colonos vascos que pudieron repoblar la zona una vez conquistada por los cristianos. Sin embargo, todo esto no son más que conjeturas.
Ciudad - fortaleza cuyo objetivo era vigilar el paso del Tajo o núcleo urbano destinado a la extracción de hierro y oro de las minas existentes en la zona, Vascos permanece reacia a desvelar sus secretos a los arqueólogos que desde 1975 la estudian detenidamente. Una muralla de más de 3 kilómetros, una alcazaba, una mezquita, baños árabes, cementerios, casas, calles y multitud de utensilios relacionados con la minería, la fundición de metales y otros de uso doméstico y lúdico, suponen todo lo hallado, hasta el momento, en Ciudad de Vascos. Pero aún queda mucho que hacer hablar a las piedras, que se resisten a contar hasta lo más esencial sobre esta ciudad olvidada.

Por cierto, ¿a alguien le apetece ir de excursión?
Fuente: Revista "Clío" de Historia, Nº 70

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miércoles, agosto 15, 2007

Lo que dan de sí dos días

Entre ciudades vacías y viajes por Europa compartidos, regreso a Madrid tras una visita relámpago al sur del sur. Un combinado de trabajo y momentos de recreo, con poco tiempo para recalar en lugares que quisiera conocer mejor, pero con horas suficientes como para recomendar encarecidamente Arcos de la Frontera y poner más que en duda la pena que puede merecer Jerez.

En El Puerto de Santa María maquinaba con la posibilidad de cruzarme por cualquier esquina con Javier Ruibal. Ya que estábamos en su casa... Sin embargo, nos encontramos con otro maestro al que hubiera preferido ver compartiendo cartel esa misma tarde con José Tomás:


No, no es un montaje. Y no soy, ni muchísimo menos, una de esas petardas a la caza del famoso, pero admiro mucho a Morante y, al igual que me ocurrió aquella vez con García Montero, no podía dejar pasar la oportunidad de presentarle mis respetos. A este paso, y visto lo visto, sólo me quedan tres por completar mi quintento: José Tomás, Ruibal y Manolo García.

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miércoles, agosto 08, 2007

Lo más heavy de Arturo Macías

Así, en plan anuncio de la ONCE. Guitarras de Hello Kitty compartiendo cartel con el triunfador de la Temporada Grande de la Plaza México.
Manda huevos, como diría aquel.

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miércoles, agosto 01, 2007

Tras el cristal

A las 21:55 de la noche del pasado domingo, un nutrido grupo de viajeros llenaba el vagón de la cafetería del AVE Sevilla – Madrid, haciendo cola con paciencia de Santo Job para conseguir un bocadillo de jamón que meterse entre pecho y espalda. Al otro lado de la ventanilla, las llamas devoraban un monte de encinas, extendiéndose por el horizonte, allá hasta donde la vista podía alcanzar: era el incendio de Córdoba.
Nadie dijo nada. Nadie parecía darse cuenta de lo que pasaba fuera del tren, lejos del aire acondicionado y los mullidos asientos. Si restamos el número de personas que en ese momento del trayecto se encontraban durmiendo, más aquellas que leían, más los unos que hablaban con el compañero, más los otros cuya ventanilla daba al lado contrario del llameante, la proporción de viajeros que pudieron percatarse de que algo grave sucedía allá afuera tuvo que ser muy escasa.
¿Y los que lo vieron? Los que lo vieron se quedarían perplejos, deseando que aquello terminara pronto, mirando con pena el resto de encinas que esperaba el momento en el que las llamas pasaran sobre ellas. ¿Y qué otra cosa podían hacer? ¿Amotinarse contra el maquinista para que parase el tren y así ayudar a extinguir el incendio? ¿Rasgarse las vestiduras y arrancarse los pelos por el desastre que allí ocurría? No, claro que no, pero así es con todo.
Autocrítica para reconocerse como un mero espectador de lo que les sucede a los demás, conscientes de la miseria a través de una pantalla, de un cristal, desde la atalaya de una seguridad que creemos inexpugnable. Así, hasta que te toca, y vives tu patético momento de gloria mediática, como en una pesadilla, como si lo real pasara la frontera de lo imaginario sin encontrar explicación alguna, deseando que alguien te saque de ese mal sueño y vuelvas a la normalidad, al anonimato, a la rutina odiada de siempre. Si no, que se lo pregunten a los de Canarias…

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