Cuando el respeto está perdido

La política no es mi fuerte, más bien todo lo contrario. No comulgo con ninguna idea concreta, mi pensamiento es una mezcla extraña entre propuestas de izquierdas (sobre todo) y de derechas. Sin embargo, siempre digo, y jamás me cansaré de repetirlo, que tengo un sentido de la justicia bastante desarrollado y que me quito el sombrero ante unas palabras honestas o un "mea culpa" entonado a tiempo.

También reconozco que el derecho al voto me infunde bastante respeto, sólo por el hecho de que muchas personas lucharon e, incluso, murieron para que hoy por hoy nosotros podamos escoger a aquellos que nos gobiernan, aunque luego las leyes tengan sus trampas y quede casi todo en un soez sainete.

Afirmo, por otra parte, que allá por el año 1936 me habría unido a las fuerzas republicanas para defender su causa con una razón de peso: el del Frente Popular fue el gobierno legítimamente constituido y elegido por los ciudadanos. En cambio, como en toda familia española, mis mayores lucharon en ambos bandos y, por fortuna, sin mirarse posteriormente con rencor. Prometo que algún día hablaré de ello.

Pero, ¿qué queréis que os diga? A pesar de mi constante indiferencia por "pepés" y "pesoes" hay cosas que me siguen poniendo de muy mala hostia, y ese es el juego sucio mal disimulado, porque juego sucio hay y habrá y nosotros no nos enteraremos o nos enteraremos poco. Sin embargo, señores, ÉSTO me parece realmente indignante y rastrero. No me sirven las excusas, por muy ingenioso que parezca (sí, sobre todo porque podríamos pensar fácilmente que su autoría estaba en manos de un adolescente furibundo más que en las de unos jóvenes con iniciativa política) las intenciones están claras y el respeto perdido. Maquiavelo, con aquello de "el fin justifica los medios", estaría orgulloso de Iniciativa per Catalunya.