domingo, diciembre 14, 2008

Mind the gap (I)



Es el soniquete del metro de Londres. "Mind the gap, please. Mind the gap between the train and the platform". Una frase constante y pegadiza que se cuelga al hombro del viajero. Nada que ver con ese "atención: estación en curva. Al salir, tengan cuidado para no introducir el pie entre coche y andén" que aparece de higos a brevas en alguna línea madrileña. Yo creo que todavía tiene que estar esperándonos allá por Russell Square. De hecho, unos cuantos días después, continúo buscando a alguien que me avise de la existencia de un hueco donde poder meter la pata.

Y es que “Mind the gap” se nos acopló. Así, sin más. Sin preguntar siquiera. Allí estuvo comprando con nosotras, en el mercado de Camden, entre olor a tallarín frito y tiendas con qipaos descartados por caros. Ayudó a Raquel a decidirse por la camiseta de Trainspotting; a mí, por el vestido azul. De noche, en cambio, andando por el Soho, podría haber tenido el detalle de avisarme de que no era suficiente con pedir “two pints” en un pub para que te sirvieran un buen vaso de cerveza, que te preguntarán si quieres tipo larger o tipo %&"p!g? y que, con cara de "voy-a-intentar-abrir-la-oreja-porque-si-no-voy-de-culo", no tendrás más remedio que avistar un barril de Guinness y señalar con el dedo. Eso, en el caso de que hubiera sabido advertirnos de algo distinto a su ya cansino "agujero".

En la Torre de Londres, “Mind-the-gap” quiso hacernos fotos posando con un “beefeater”. También nos enseñó, orgulloso, las joyas de la corona. El Koh-i-Noor, por ejemplo, está allí. Mirar y no tocar para cientos de turistas cada día. Mirar y tocar para los miembros más destacados de la familia Sajonia - Coburgo (a.ka. Windsor). ¿Como símbolo del poder de un imperio? ¿Usado por el representante supremo de ingleses, galeses, escoceces y norirlandeses? Si la India no hubiera llegado a ser nunca colonia británica, ¿dónde estaría ahora el diamante? Supongo que todas estas cuestiones habrían sido algo así como un jarro de agua fría para la natural flema inglesa de nuestro amigo; quien, suponiendo que fuera algo más que una voz repetitiva, reuniría argumentos inconexos a modo de respuesta, con cara de guiri tostado al sol de Torremolinos.

De haber podido decir una frase diferente a su consabida cantinela, seguro que habría acabado por acordarse de todos nuestros santos cuando, en una tarde, le llevamos por Hyde Park y los jardines de Kensington para después recorrer el mercadillo de Portobello Road. Allí, con los gemelos reventados por la caminata, le hicimos ir de puesto en puesto: desde aquellos que vendían antigüedades hasta los que despachaban pescado a pleno aire libre. Más tarde, habría recuperado algo de ánimo a costa de mofarse de nosotras en Harrods. El señor “Mind-the-gap” se lo debió de pasar bomba viendo cómo nos volvíamos locas en el paraíso del café, el té y el chocolate que Mohamed Al-Fayed ha instalado con todo lujo de detalles en la planta baja de sus grandes almacenes, esos mismos en los que también hay un "monumento" a la memoria de su hijo y de Diana de Gales. Por cierto, ¿qué pensaría la Princesa si pudiera verlo?

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2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Me encanta el chocolate, no podría entrar en ese paraiso por riesgo a salir esposado.

17/12/08 11:58  
Blogger Unknown said...

¿Has estado en Londres? ¡Qué envidia! Yo quieroooooooooo...

18/12/08 18:30  

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