martes, octubre 16, 2007

La sonrisa de Cádiz


Como cogida por alfileres al resto del continente, la ciudad más sabia (por vieja) de Europa sigue adentrándose en el mar con valentía, impasible ante las embestidas de su Levante y de la Fortuna. Ni las guerras, ni los saqueos, ni las explosiones, ni los maremotos, ni el paro, ni el declive de los astilleros, ni la pobreza que a día de hoy continúa mordiéndole los talones, han impedido que Gades, que Cádiz, siga mostrando su mejor sonrisa a todo aquel que quiera mirarla. (El slogan con el que pretende darse a conocer en el sector turístico no puede ser más acertado) Si no, ¿cómo una ciudad que se hunde ante los malos tragos de la Historia puede hacer del Carnaval su mayor fiesta? Sin embargo, también grita… Digo, canta. A base de hilar fino con el don de su ironía, cada año se sube al escenario del Gran Teatro Falla para poner letra y música a la crítica popular, convirtiendo canciones en auténticas columnas de opinión de diente retorcido y dobles intenciones.
Prima hermana de Oporto y de La Habana (ya saben, La Habana es Cádiz con más negritos, Cádiz es La Habana con más salero), esta vieja dama de belleza decadente carga a la espalda sus tres mil años de vida, afanándose por retener antiguas glorias pasadas en un entramado de calles adornadas con muros de pintura desconchada y miradores blancos de maderas astilladas por el salitre del mar.
Y aunque en sólo dos días no se puede conocer una ciudad, sólo intuirla, comenzamos inspeccionando el terreno por El Pópulo, donde campamos a nuestras anchas con ese ambiente algo alternativo que se vive de noche en este barrio medieval. El Pay Pay “abrió sus puertas, irreverente”, no a la hora en la que hacían los grises su último turno, por fortuna, pero sí una antes de que comenzara el concierto de un cantautor gallego llamado Andrés Suárez, que terminó metiéndose a los gaditanos (y algún que otro no gaditano) en el bolsillo.
El oratorio de San Felipe Neri, donde el 19 de marzo de 1812 se proclamó La Pepa, fue parada obligada de ruta, así como las callejas del barrio de La Viña, La Caleta, Torre Tavira (no apta para aquellos que sufren de vértigo y aborrecen las escaleras transparentes con huecos entre los peldaños) y la playa de La Victoria, larga, amplia, de arena fina. Nada mejor que pasar las últimas horas del día recorriéndola de punta a punta, acercando los pies a las olas que van a dar a la orilla.
Demasiado poco para desentrañar las muchas historias que encierra esta ciudad abierta, mestiza, bohemia, contrapunto de “los bigotes señoriales que se pasean por Jerez”, pero buen inicio si lo que se pretende (como es el caso) es regresar a ella algún día, esperemos, no demasiado lejano. Sin embargo, siempre hay que volver al pan nuestro de cada día y, para ello, nada mejor que seis horas de viaje amenizadas con la melodía armoniosa de las voces (y los tonos de móvil estridentes) de un grupo de chonis madrileñas remasterizadas en pijas, que volvían a casa seguras de ser la nueva versión cutre de San Fernando, el rey cristiano que conquistó Sevilla.

Por cierto, si tienen pensado ir alguna vez a Cádiz, miren con MUCHO tiento el lugar en el que se van a hospedar.

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3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Todo lo que dices sobre cádiz es tan cierto....como que este finde seré yo la que esté por allí.
Un beso guapa

16/10/07 11:01  
Anonymous Anónimo said...

jajaja,en verdad aun ni siquiera sabemos si haremos noche alli....nosotros vamos a navegar y lo mismo volvemos en el dia o no...

Yo si que tengo ganas de volver a Salamanca...

16/10/07 11:28  
Blogger Javi Boix said...

Parece que seas gaditana!!! me alegra que te gustara, es una ciudad que me encanta y que le tengo un cariño especial, una pena que esté tan lejos.

Un beso guapa

20/10/07 20:19  

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