Fuenlabrada, ayer y hoy
"Aquel camino que se ve al fondo se llama la Vereda de los Carcajales y todo este llano de aquí, la Estacada. Esa zona de árboles que está al lado del campo de fútbol es la Fuente del Brujo y vamos a llegar ahora al Tejarejo. Le daban ese nombre porque cuando antiguamente la gente labraba en ese terreno sacaban muchas tejas, y es que es donde hace siglos estuvo la verdadera aldea de Loranca".
¿Alguna vez os he dicho que odio Fuenlabrada? ¿Que detesto con todas mis fuerzas este lugar en el que siempre ha vivido mi familia? Quizá sea más conveniente hablar de una relación amor - odio. Explicaré por qué:
Hasta hace cuarenta años esta ciudad era tan sólo un pueblo de labradores en el que vivían unos cuantos miles de habitantes. Casas bajas y asimétricas, calles llenas de barro, fuentes y mulas era todo lo que se podía ver. Una pequeña mancha blanca presidida por la torre de una iglesia al inicio de la llanura manchega, en mitad del camino que unía Madrid con Toledo.
Al llegar septiembre los fuenlabreños celebraban (y celebran) las fiestas patronales, el 9 de marzo iban a Cubas de la Sagra en romería y el 26 de diciembre honraban a San Esteban, santo cuyo nombre lleva la iglesia, construida en el sigo XVII.
En torno a los años 60, Fuenlabrada, que por suerte o por desgracia se encuentra muy cerca de Madrid, comenzó a sufrir una metamorfosis que la llevaría a convertirse en una ciudad dormitorio del sur de la capital, lo mismo que ocurriría con Móstoles, Getafe, Leganés y Alcorcón. La emigración del campo a la ciudad que España vivió después de la posguerra hizo que estos municipios recibieran con los brazos abiertos tanto a campesinos como a arquitectos y albañiles, hasta convertirse en lo que son hoy, grises ciudades dormitorio del sur de Madrid. Calles y avenidas flanqueadas de nichos de hormigón y cemento, parques sembrados de cagadas de perro, campos de fútbol con porterías derribadas, grandes obras de arte urbano que llevan la firma "El Nano quiere a la Chuchi". Esto es hoy Fuenlabrada, cuna de especímenes gita-tunning y de niñas cuya única meta en la vida es labrarse una fructuosa carrera como peluqueras de barrio (con todos mis respetos a las peluqueras de barrio, sin su contribución económica las revistas del corazón no serían lo mismo).
Sin embargo, en la generación de mis padres aún queda latente lo que Fuenlabrada fue una vez, los recuerdos de aquella pobreza, pero también de aquella verdad. Conocimientos prácticos de gente de campo, una herencia que poco a poco se va perdiendo y que mi padre intentó transmitirme en los escasos paseos que dimos hace años por los pocos metros que la ciudad no le había ganado aún a la tierra.
Etiquetas: Al descubierto
4 Comments:
Covi, maja, no me pongas estas cosas que soy una enferma de la nostalgia.
Sniff, sniff, gracias.
No sabía que tenía usted un blog. A partir de ahora me pasaré con frecuencia.
Firmado:www.fotolog.com/elcharly
covadonga, gracias por esta narración. yo también soy del pueblo, mis padres, mis abuelos jeje, y aunque a ti no te conozca mucho a tu padre si, bastante. me ha gustado mucho leer esto que he encontrado por mera casualidad buscando cosas de antiguamente de nuestro pueblo. un saludo muy grande.
fdo: una revolera.
Enhorabuena. He sentido una satisfacción incomprensible por ser fuenlabreño. Y créeme que estoy cansado de serlo.
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