25 céntimos
Buenos días, Ezequiel. ¿Qué tal has dormido hoy? Perdona por no haber enchufado anoche el radiador, pero es que tenía tanto sueño que me fui derechita a la cama. Espero que no hayas cogido frío, que la última vez que te constipaste estuviste en cama con fiebre una semana entera.
Voy a levantar la persiana, a ver si entra un poco de luz a la alcoba.
¿Sabes? Ayer llamó por teléfono Teresita, para preguntarme qué tal estaba. Hacía cuatro meses que no sabía nada de ella, pero es que ya sabes cómo son los jóvenes de hoy en día, tan ocupados con sus carreras.
Por lo visto, la niña ya ha encontrado trabajo de lo suyo, de abogada, aquí en Madrid, y va a ganar mucho dinero, pero yo ya le he dicho que no se lo gaste todo, que vaya ahorrando para comprarse un pisito y casarse, pero, claro, lo primero es echarse un novio y no la veo yo mucho por la labor.
De sus padres poco sé. Su madre se pasa el día saliendo y entrando con las amigas cuando no se va con el marido a descansar a Benidorm. Hay que ver, que llevo dos meses sin verlos, pero bueno, yo entiendo que las cosas no son como antes y que todavía se tienen que divertir, que con cincuenta años ahora todavía se es joven y no como cuando nosotros, Ezequiel, que con treinta ya llevaba luto por mi padre. Pero hoy las cosas son así, oye, y yo lo veo bien, que se tienen que divertir.
Pero, la verdad, es que me siento un poquito sola. No quiero ser egoísta, pero si al menos Teresita me visitara más... Porque la verdad es que cuando viene y me da un achuchón, como que se me alegra el día.
Muchas veces yo le digo que cuando me muera le dejo la casa del pueblo a ella. Todo a ella, que la de Madrid para sus padres pero que la del pueblo para ella. Aunque, eso sí, me gustaría irme a pasar mis últimos años allí. Pero, claro, eso si tuviera dinero para hacer unas reformitas, que allá no se puede vivir todo caído como está.
Es que nunca tuvimos con qué arreglarlo, Ezequiel, y hay que ver las ganas que tú tenías de volver al pueblo a vivir. Si yo pudiera vendía el piso de Madrid y con eso le decía al hijo de la Antonia que me arreglara la casa. Es que, por lo visto, es muy buen albañil, y el resto del dinero pues para ir tirando, porque ya sabes, Ezequiel, que con la pensión que tengo apenas me queda para nada.
El otro día, en el mercado, me faltaron veinticinco céntimos para pagar, yo, que sólo llevaba cinco euros de esos porque no me podía gastar más. Hay que ver qué apuros pasé, Ezequiel, que tú ya sabes que nunca me ha gustado dejar nada a deber.
Si yo pudiera vender el piso de Madrid... Allí en el pueblo todo es más barato, pero la madre de Teresita me tiene dicho que no, que ese piso es para ellos cuando yo me muera, y, claro, a mí me sabe muy mal no darle el piso a mi única hija.
Pero si yo pudiera irme al pueblo... Así te iría a ver todos los días y visitaría a la familia que queda y a las vecinas de siempre, y hablaría de ti y de las cosas de antes y me acordaría de aquel día de fiestas en el baile, cuando me sacaste en la última pieza y me dijiste que mis trenzas eran las más bonitas de todo el pueblo.
Hay que ver, Ezequiel, tantos años y aún me acuerdo de la cosa que se me subió garganta arriba cuando me dijiste aquello... Pero bueno, ya estoy con mis cosas de vieja chocha, que no me extraña que la Teresita no venga a verme más.
Voy a ponerme a aviar un poco la casa, que ya han pasado las burras de leche hace rato. A ver si te cambio el marco, que se está desmontando el cuadro y perdóname, hijo, por lo del radiador de anoche. Hoy te prometo que dormimos más calentitos.
El video llega vía Cuchilladas. Una auténtica bofetada para todos.
Etiquetas: Jugando a ser escritora
6 Comments:
Joder, con el vídeo de ayer de Isra y tu impresionante relato de hoy te juro, Covi, que me habeis dejado entre los dos con el corazón en un puño. Esta vez, más que el mundo por montera, te has puesto la gorra de plato y los galones de piloto de Iberia, porque, al menos a mí, me has hecho aterrizar y no veas de qué manera.
Un culo cualquiera de los que se sientan en el cercanías Fuenlabrada - Madrid no es capaz de escribir estas cosas.
Tia..es que he sido muy buena ^^
Además...yo solo pedi un libro...y eso es lo unico que no me han traido xD
Debe ser que el tiempo y la distancia procuran una objetividad negada para la intimidad de la cercanía.
No obstante nunca dejaré de ser tu peor crítico: El texto, digno del más tedioso Delibes en "Cinco Horas con Mario". El muerto se acaba levantando y asesinando a su mujer pero esa secuencia la censuraron.
No dejes de escribir.
un besazo.
Conmovedor y cierto. Es más, efectivo incluso. Seguro q más de uno y de dos ha descolgado el teléfono o ha hecho una visita que tenía pendiente.
Una bofetada para todos, pero ¡qué a tiempo!
Odio muchas de tus entradas en el blog, pero he de reconocer que esta me ha gustado.
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