lunes, julio 24, 2006

Una mirada tuya bastará para sanarme

Regreso a mis orígenes. Entre alberos y clarines paso la noche del domingo, sin que ningún piloto azul (antes naranja) se encienda en mi monitor. El odio falsamente atenuado, hasta hace poco, de Oriente Próximo mantiene al mundo en tensión, los grados centígrados de un termómetro figurado estallan en Marbella y la intromisión de los políticos (y lo que no son políticos) en la Fiesta vuelve a hacer que los cimientos de Las Ventas se tambaleen. Un panorama convulso nos rodea. Sin embargo, yo, como no puede ser de otra manera, echo mano constantemente de la burbuja en la que me encierro con demasiada asiduidad.
Pretendes enseñarme lo que la independencia significa y yo quiero ser una alumna aventajada. Lo necesito. Por fortuna, parece que cada vez aprendo más, aunque tú, profesor, puedes suponer un alma de doble filo para tus propias lecciones. Por lo pronto, en los tiempos muertos, visito webs de futuros e hipotéticos alojamientos, para evitar encontrarme, en una próxima ocasión, con la desagradable noticia de no estar sola en una habitación de hotel.

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martes, julio 18, 2006

Una palabra tuya bastará para sanarme

... un mañana que llega dieciocho días después.
Me pides que selle mi boca, más bien mis manos, y lo único que quiero es gritarlo a los cuatro vientos. Tarde o temprano lo haré. No queda más remedio. Hay experiencias que deben servir de juguete para las musas, ya sabes, esas que desaparecen cuando a Alea se le antoja hacerte una visita. Sin embargo, ese no es ahora el caso. Ella está conmigo y las ninfas van y vienen, con movimientos marinos. Hoy las corrientes de agua salada las han llevado lejos de mí. Varias razones me piden reposo. Esta noche mi imaginación sólo trabaja al treinta por ciento y la censura es fuerte.
Señor, no soy digna de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

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