miércoles, abril 25, 2007

Mago de Oz

Lo más triste para una persona a la que le gusta escribir es no tener nada que decir, o creer que aquello de lo que puede hablar seguramente no resulte interesante al receptor. Teorías de la comunicación y del relato informativo han estado pasando por encima de la mesa de mi escritorio durante cuatro años que realmente no se hicieron tan largos, que sólo fueron conducidos por la inercia de una rutina cómoda, fácil de llevar. Amable, en una palabra. De poco me sirvieron, o más bien de nada. Han formado parte de todas esas cosas que se aprenden con el único objetivo de aprobar, sin archivarlos en la memoria caché de nuestro cerebro.
Si con 18 años hubiera tenido la experiencia que tengo ahora, con 23, las cosas habrían sido muy distintas y yo ahora me sentiría satisfecha de haber podido escoger el camino que siempre me dictó la conciencia, desde que comencé a hacer conjeturas sobre lo que habría debajo del suelo que pisamos aún teniendo una relativa corta edad. Sin embargo, ese camino de baldosas amarillas ya sabe dónde está su Mago de Oz. Puede ser que la decisión no haya sido la más correcta, que tome el camino de los borregos que no están hechos para la lucha, pero sé qué es lo que quiero y cómo voy a lograrlo. Ahora sólo espero contar con un poco de suerte.
P.D: Este es el resultado de escribir dejando suelta la mente, que termino desembuchando.

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1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

No sé,yo siempre he pensado que regalas una manera de reflexionar muy cotidiana y necesaria,sin enreversamientos inutiles y con mucha dulzura.
Besitos y gracias.

PD: Tengo cierta foto en mi poder para usted...

25/4/07 23:32  

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