Maestros: recuerdos y olvidos
¿Cuánto aprendimos en la escuela? ¿Y en la universidad? Decidme, ¿alguno de vosotros se acuerda de hacer raíces cuadradas? Yo no, y os puedo asegurar que es una putada. Tanto tiempo estudiando, tantos conocimientos adquiridos para perderlos después poco a poco. Sí, sí, ya lo sé, que eso hace que vayamos creciendo como personas, que tengamos ciertas bases para después ir profundizando en aquellas cuestiones en las que más tarde nos queramos especializar, pero duele en el amor propio intentar hacer memoria de lo que eran las integrales y las derivadas.
Con la tabla química de los elementos se fueron los maestros que luchaban por abrir nuestras cerradas molleras de adolescentes con hormonas en efervescencia, pero otros, aquellos que optaban por un modelo distinto de educación, se ganaron con creces nuestra estima. "A ver, os voy a explicar en qué consiste la ley de la oferta y la demanda"- decía Luis Galiano, mi "profe" de Historia en 4º de ESO - "Joselito reaparece en Castellón después de estar un año retirado de los ruedos. ¿Pensáis que habrá mucha o poca gente que quiera comprar entradas?" Entonces comprendía que el guiño iba dirigido a mí, como en otras ocasiones se lo había brindado a algún que otro compañero, y así, a fuerza de acercarse a las circunstancias de cada uno de nosotros, conseguía centrar nuestra atención y nuestra curiosidad.
Por descarte inconsciente y por costumbre obligada, algunas materias se fueron quedando allá donde Cristo perdió las albarcas. Ley de vida, supongo. Sin embargo, gente como Galiano ha ido apareciendo por las esquinas sin la necesidad de ejercer la docencia ni de tener un título enmarcado en la pared del despacho. "Conozco gente muy culta que ni tan siquiera tiene el graduado", me dijo alguien una vez, y sé que muchos sabréis que eso es tan cierto como que la posesión de un currículum brillante no garantiza, en todos los casos, una gran capacidad intelectual.
¡Ojo! No pretendo hacer una crítica sin fundamentos del sistema educativo, ni tampoco me sale una vena anarquista inexistente que alguien, seguro, puede intentar vislumbrar. Tan sólo se trata de una pequeña e incompleta reflexión sobre lo que para mí supone un verdadero maestro. Además, esto sirve de prólogo para el siguiente post.
Etiquetas: Cajón de sastre
4 Comments:
Creo que todos tenemos ese maestro en la vida... aunque el mío no lo recuerdo porque probablemente me habría tirado de clase! jeje Ahora en serio, gracias Don Rafael Corona, me gustaba la Historia, pero con usted la apreciaba mucho más.
Hola, hoy me dió por buscar tu blog en la red....aquí estoy! What about you?
¡Vaya! ¡Cuánto tiempo sin saber de ti! I'm fine, and you? :P
Las horas que me robó la tabla periódica.. Me encanta tu blog.
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